LIBRO
Pedro de Hidalgo o el Castillo de Tiscar
Novela histórica de Angel Alcala y Menezo con un prólogo de Juan de Mata Carriazo
Sevilla : Editorial Católica Española, 1945 2a ed.
Esta es la portada del libro Cuenta que en 1319 el infante Don Pedro de Castilla, hijo de Sancho IV de Castilla y tío de Alfonso XI, reconquistó el castillo gobernado por Mohamed Andón. Este castillo está situado en la Sierra de Cazorla (Jaén) cerca de Quesada y se consideraba inexpugnable. Ya había sido reconquistado pero vuelto a perder. Un joven escudero, llamado Pedro de Hidalgo, consiguió matar a diez de los centinelas de una de las torres. Animado el resto de ejército por su valentía redoblaron sus esfuerzos y reconquistaron el castillo. El alcalde de Quesada, Alfonso de la Peñuela, le concedió la mano de su hija Leonor y le pusieron el sobrenombre de Diez. |
http://archivos.hispagen.es/genealogias/casa_del_peru.pdf
FIDALGO Escudo de Fidalgo Una estrella de oro de ocho puntas. Le fue otorgada a Pedro Fidalgo, por él Infante Don Pedro en prueba de su increíble valor frente al enemigo, ya que él sólo dio muerte a ocho moros que defendían la roca alta llamada "Peña Negra" al lado del castillo de Tiscar, que estaba en poder de los moros. En la crónica Arábiga que refiere Argote de Molina, en las páginas 379 y 380 dice así: Un castillo que a nombre Tiscar y está en lo alto, que allí non poden poner escalas y non vos podrá decir hombre la alteza de su muro. También relata Argote en el libro I capítulo 20 y folio 18 de la Nobleza Andaluza del año 1.312. Este mismo hecho del Castillo del Tiscar ( P. Gándara en su 2ª. Edic) El castillo estaba defendido por 4.500 hombres, su jefe era Mohamad Aldón y una vez tomada la Peña Negra, fue fácil rendir el castillo. Pero en los "Fidalgo" de La Casa del Perú, la estrella o lucero de su escudo, la pusieron de 8 puntas, se cree que fue, porque el apellido, lo tomaron sus fundadores de su abuelo, D. Ermigio Méndez "El Fidalgo" tanto D. Rodrigo como su hermano D. Sancho, que eran conocidos como "Los Fidalgos", por respeto a su gran riqueza y poderío, dejaron su apellido verdadero y lo cambiaron por el de "Fidalgo". Historia del castillo Tiscar ( Pedras Negras) El 18 de septiembre de 1224 fue conquistado por las tropas de Fernando III el Santo, quien lo entregó el 20 de enero de 1231 al arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada, pasando así a formar parte del Adelantamiento de Cazorla, institución que dominó estas tierras durante la Edad media. El 25 de junio de 1274 el rey Alfonso X el Sabio cedió el castillo al Concejo de Úbeda, por la ayuda prestada por éste tanto a él como a su padre don Fernando. |
Posteriormente volvió de nuevo a manos de los moros. Fernando IV comenzó su reconquista, siendo continuada por el infante Don Pedro, tío de Alfonso XI, quien salió de Úbeda en 1319 acompañado por don García Fernández de Turgiello, Maestre de Santiago, don Garci López de Padilla, Maestre de Calatrava, don Ruy Velásquez, Maestre de Alcántara y los Arzobispos de Toledo y Sevilla.
Al llegar al lugar cercaron el castillo, a cuyo frente estaba Mohamed Andón. Ante las dificultades para su conquista, dado lo inexpugnable de su emplazamiento, un escudero del Maestre de Calatrava, un pequeño hombre llamado Pedro Fidalgo, trepó por la peña y mató a los 10 guardias que estaban custodiando el castillo, permitiendo así el acceso a los sitiadores, a los que Andón entregó las 4.500 personas que había, y a las que el Infante permitió marchar libremente a la vecina Baeza. Los descendientes de Pedro Fidalgo se llamaron desde este hecho EL DE LOS DIEZ, y como la hazaña se realizó de noche, el Infante le otorgo por armas un lucero de oro en campo de gules. Se trata de un castillo roquero calificado de inexpugnable por las fuentes musulmanas y reformado en época cristiana. Durante la época árabe seconstruyeron muretes, así como algunas estancias y cubos. |
En la Crónica del Rey Alfonso el XI, se lee que por el mucho daño que desde el castillo de Tiscar, hacían los moros a las tierras de Cazorla, Úbeda y Baeza, mandó el Rey Alfonso XI, al Infante don Pedro, que sin dilación, conquistase aquella fortaleza.
Para acometer tal empresa, el mencionado infante salió de Úbeda, llevando en su compañía a Garci Fernández de Trujillo, Maestre de Santiago, a Garci López de Padilla, Maestre de Calatrava, y a Rui Velázquez, Maestre de Alcántara. Les siguieron muchos caballeros y también los Obispos de Toledo y de Sevilla, y al fin quedó puesto el cerco a la villa y castillo de Tiscar. Sucediéndose los encuentros y escaramuzas, sin decidirse la victoria a favor de ninguno de los dos ejércitos, y el Infante don Pedro, desalentado, pensó levantar el cerco. Había junto al castillo una peña tajada, llamada Pela Negra, que servía de antemural casi inexpugnable, y de la que era necesario apoderarse. A ello se ofreció un escudero llamado Pedro Hidalgo, que acompañaba al Maestre Garci Fernández de Trujillo, pequeño de cuerpo, pero de ánimo muy esforzado, y una noche logró escala Peña Negra y matar a diez moros que la guarnecían, suceso que desmoralizó a los poseedores de la villa y castillo, que al día siguiente los abandonaron. |
Maestre Garci Fernández de Trujillo Diez en la Peña Negra de Tíscar. (Esto no sé ni de dónde lo saqué)
Las hojas amarillas del otoño disimulaban el camino entre los árboles. Sin forzar el paso de su caballo, el infante don Pedro se dejó conducir hasta un altozano donde lo aguardaban, contera de lanza en tierra, los adalides de su ejército. Desde allí se veía por fin el renombrado castillo de Tíscar, objetivo de aquella expedición.
Un espinazo de piedra cerraba el verde valle, dejando apenas un portillo en la parte más baja para que pasaran juntos el río y el empedrado camino que iba de Quesada a Baza. Guardando aquel portillo, sobre un risco inaccesible, se veían los muros y torres sólidamente labrados de Tíscar. Una mole pétrea de escarpadas paredes dominaba el castillo: la Peña Negra. Un poco más abajo, entre la arboleda, cerca del río, se adivinaban la oquedad de la Cueva del Agua, con su fuente santa. Allí adoraban los cristianos a una Virgen antigua.
A un lado y a otro se abría el valle como un anfiteatro y se veían árboles y huertas y arriates en los que se espejeaban los soles del agua. No había humo en las chimeneas de las blancas alquerías: conociendo que venían cristianos sus moradores se habían puesto a salvo aquella misma mañana y se había retirado por el camino de Baza. Partidas adalides y moros a sueldo de Castilla se venían aquí y allá registrando las huertas en busca de botín.
Después de muchos días de sitio y de algunos onerosos asaltos que fracasaron, don Pedro empezaba a temer por su sino militar y las mermadas las órdenes militares y otros señores de la guerra que concurrían con sus tropas a la expedición tampoco se mostraban optimistas. Celebraron consejo una vez más y decidieron que para tomar la fortaleza había que empezar por desalojar a los defensores de la Peña Negra que desde sus alturas dominaban el acceso al castillo y el castillo mismo. Pero esta empresa era poco menos que imposible siendo la peña tan alta que no se podía acceder a ella con escalas si no era con ayuda de los diez moros, guerrero escogidos que guardaban la cumbre.
Conociendo que el negocio iba a fracasar por esta dificultad, un hombre muy pequeño de cuerpo llamado Pedro Hidalgo, que era escudero del Maestre de Calatrava, se ofreció para escalar nocturno la Peña Negra y ganarla para los sitiadores.
Amparado en una noche oscurísima Pero Hidalgo comenzó su escalada por el sitio un previo reconocimiento diurno le había parecido más practicable. Con las uñas sangrantes consiguió llegar, casi extenuado por el esfuerzo, a la cima. Sorprendiendo el confiado sueño de los defensores les dio discreta muerto degollándolo uno por uno al filo de su navaja canicuerna. Luego arrojó los cadáveres al vacío y se echó a dormir.
Cuándo amaneció el día, moros y cristianos advirtieron que la noche había propiciados grandes cambios. Un nuevo asalto de los sitiadores, eficazmente apoyado por Pero Hidalgo que lanzaba grandes piedras contra las almenas de mucha altura, consiguió poner pie en los muros de Tíscar y la fortaleza fue sangrientamente conquistada por el infante.
En recuerdo de la hazaña de Pero Hidalgo y de la decena de moros que mató en la Peña Negra se le concedió que tomase el apellido Diez y un escudo de armas en el que se ve una orlada decena de cabezas de moros y un castillo y un lucero. En versos antiguos se describa así.
Las hojas amarillas del otoño disimulaban el camino entre los árboles. Sin forzar el paso de su caballo, el infante don Pedro se dejó conducir hasta un altozano donde lo aguardaban, contera de lanza en tierra, los adalides de su ejército. Desde allí se veía por fin el renombrado castillo de Tíscar, objetivo de aquella expedición.
Un espinazo de piedra cerraba el verde valle, dejando apenas un portillo en la parte más baja para que pasaran juntos el río y el empedrado camino que iba de Quesada a Baza. Guardando aquel portillo, sobre un risco inaccesible, se veían los muros y torres sólidamente labrados de Tíscar. Una mole pétrea de escarpadas paredes dominaba el castillo: la Peña Negra. Un poco más abajo, entre la arboleda, cerca del río, se adivinaban la oquedad de la Cueva del Agua, con su fuente santa. Allí adoraban los cristianos a una Virgen antigua.
A un lado y a otro se abría el valle como un anfiteatro y se veían árboles y huertas y arriates en los que se espejeaban los soles del agua. No había humo en las chimeneas de las blancas alquerías: conociendo que venían cristianos sus moradores se habían puesto a salvo aquella misma mañana y se había retirado por el camino de Baza. Partidas adalides y moros a sueldo de Castilla se venían aquí y allá registrando las huertas en busca de botín.
Después de muchos días de sitio y de algunos onerosos asaltos que fracasaron, don Pedro empezaba a temer por su sino militar y las mermadas las órdenes militares y otros señores de la guerra que concurrían con sus tropas a la expedición tampoco se mostraban optimistas. Celebraron consejo una vez más y decidieron que para tomar la fortaleza había que empezar por desalojar a los defensores de la Peña Negra que desde sus alturas dominaban el acceso al castillo y el castillo mismo. Pero esta empresa era poco menos que imposible siendo la peña tan alta que no se podía acceder a ella con escalas si no era con ayuda de los diez moros, guerrero escogidos que guardaban la cumbre.
Conociendo que el negocio iba a fracasar por esta dificultad, un hombre muy pequeño de cuerpo llamado Pedro Hidalgo, que era escudero del Maestre de Calatrava, se ofreció para escalar nocturno la Peña Negra y ganarla para los sitiadores.
Amparado en una noche oscurísima Pero Hidalgo comenzó su escalada por el sitio un previo reconocimiento diurno le había parecido más practicable. Con las uñas sangrantes consiguió llegar, casi extenuado por el esfuerzo, a la cima. Sorprendiendo el confiado sueño de los defensores les dio discreta muerto degollándolo uno por uno al filo de su navaja canicuerna. Luego arrojó los cadáveres al vacío y se echó a dormir.
Cuándo amaneció el día, moros y cristianos advirtieron que la noche había propiciados grandes cambios. Un nuevo asalto de los sitiadores, eficazmente apoyado por Pero Hidalgo que lanzaba grandes piedras contra las almenas de mucha altura, consiguió poner pie en los muros de Tíscar y la fortaleza fue sangrientamente conquistada por el infante.
En recuerdo de la hazaña de Pero Hidalgo y de la decena de moros que mató en la Peña Negra se le concedió que tomase el apellido Diez y un escudo de armas en el que se ve una orlada decena de cabezas de moros y un castillo y un lucero. En versos antiguos se describa así.